En los territorios rurales de Europa y América Latina existe un patrimonio biocultural muy rico, con abundantes recursos materiales e inmateriales: naturaleza, agrobiodiversidad, paisajes, sistemas agrarios locales, productos de origen, culturas, tradiciones y “saber hacer”. Sin embargo, a menudo, este patrimonio es subutilizado o es explotado bajo lógicas cortoplacistas e inequitativas y hay dificultades (internas y externas) para que las áreas rurales valoricen el patrimonio territorial para el beneficio económico y social, y la resiliencia de las poblaciones locales. Se resaltan distintos tipos de problemas, como las limitaciones en la activación de los recursos y en la sostenibilidad ambiental. Los recursos rurales bioculturales pueden convertirse en elementos catalizadores de procesos de desarrollo económico, social y territorial, basados en una agricultura multifuncional de calidad, en la diversificación de actividades económicas y en la construcción de una imagen que, en el largo plazo, logre posicionar una específica ventaja diferencial de cada territorio. Los actores locales, y en particular los productores de pequeña escala, juegan un rol clave en la conservación y movilización de estos recursos. Lamentablemente, en muchas oportunidades, estos actores no se benefician de los impactos positivos de la puesta en valor de este patrimonio biocultural, en términos de ingresos, condiciones de trabajo y, en general, calidad de vida. La activación de un círculo virtuoso de desarrollo inclusivo y sostenible basado en estos recursos específicos locales requiere competencias adecuadas en múltiples niveles presentes en los territorios, como las empresas y los emprendimientos, los ámbitos públicos, las agencias de desarrollo y la sociedad civil, y de una interacción sistemática de los mismos con el mundo de la investigación, la educación y la formación. Las necesidades educativas para la valorización del patrimonio biocultural se basan sobre diferentes elementos, entre otros: la caracterización de los actores y los recursos para identificar las potencialidades del territorio; la creación de un ambiente de confianza, credibilidad y respeto entre los actores, que permita construir una propuesta participativa de valorización; la gestión de proyectos innovadores que promuevan y fortalezcan el posicionamiento y la inserción del patrimonio biocultural del territorio en mercados diferenciados; la implementación de sistemas locales de gobernanza que contribuyan a gestionar los conflictos y la puesta en escena de
habilidades “blandas” como el liderazgo, la empatía, el trabajo en equipo.